LAS PROMESAS EN LA ORGANIZACIÓN

Por Dra. Susana Buen-Abad
Director de Desarrollo Humano Consultores

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Promesa es asegurar, afirmar, certificar u obligarse a dar o hacer algo por alguien, históricamente hemos podido observar que a menos que exista una ley de por medio (a veces ni así), las promesas van y vienen, suele ser tan fácil prometer y tan difícil recordar lo prometido que las decepciones están a la orden del día.

A nivel personal, el prometer algo, implica la expresión de la voluntad de dar algo a alguien, ya sea fidelidad, amistad, amor, respeto, reciprocidad, etc., cuando esto no se cumple y no hay una razón de peso que lo justifique, estamos hablando de una persona que no tiene palabra, una persona cuya calidad moral deja mucho que desear y que no es digna de confianza. Se dice que una vez que se pierde la confianza es difícil sino imposible recuperarla y esto es verdad. A nivel de las organizaciones ¿Qué ocurre cuando se contrata a un elemento con engañosas promesas de promociones y oportunidades inexistentes?, como dijimos lo más fácil es prometer, pero las empresas que acostumbran “piratear” elementos de otras mediante este procedimiento del engaño, no tienen idea de que “en el pecado llevan la penitencia”.

Imaginen a alguien que dejo un puesto para unirse a una nueva empresa con la ilusión de que en ella obtendría eso que tanto anhelaba, ya sea un mejor sueldo, oportunidades de crecimiento, mayores retos, prestaciones especiales, etc. y que al haberse integrado a esta nueva empresa comienza a escuchar los “pero’s “, las letritas chiquitas del contrato, las excusas y condiciones que nunca le informaron, como : “Bueno, si puedes tener esa prestación pero al cumplir 5 años en la empresa” o “ Sí, podrás hacerte cargo del departamento pero cuando se jubile el actual jefe del mismo” o “ Bueno, si te daremos el aumento pero hasta que haya revisión de sueldos y siempre que no exceda el tabulador del puesto”, etc. Le pueden llamar política o procedimiento o como quieran, pero en el fondo es un engaño y esto no se justifica de ningún modo.

Cuando una organización actúa de este modo, no sólo se acarrea el descrédito, sino que pierde el respeto, la credibilidad, la autoridad moral y ha perdido además algo muy valioso y es la entrega y el compromiso de ese nuevo empleado o ¿cómo podemos esperar que dé todo de su parte, que sea productivo, que haga equipo, si se le puso una trampa, si se siente traicionado, burlado y quizá hasta humillado?

El caso anterior es de un nuevo empleado, pero, ¿y qué hay de los que ya trabajan en la empresa? y se les pide que participen en un nuevo programa de aportación de sugerencias creativas para aumentar la productividad por ejemplo, bajo la promesa de que habrá una recompensa monetaria o de otro tipo a las mejores ideas y resulta que si participan con todo entusiasmo, aportan buenas ideas y quizá hasta se implementan y los beneficios de la misma solo las disfruta la empresa sin mencionar y recompensar al autor de dicha sugerencia. ¿Qué pasará la próxima vez que les pidamos su cooperación?

La gente no es tonta y a veces se le trata como si lo fuera, ellos se dan cuenta cuando una empresa toma en serio a su gente, la valora y apoya y cuando no. Si alguien hace una promesa ya sea que se cumpla o no, se sienta un precedente, si la promesa es cumplida cabalmente y en las condiciones y tiempo que se ofreció, el precedente será positivo y la gente estará dispuesta a seguir participando y se sentirá más unida, mas identificada, más comprometida con la organización y con sus directivos. Por otra parte, si la promesa no es cumplida en forma adecuada o no lo es de ningún modo, también se sienta un precedente solo que éste negativo y generará en la gente desconfianza, hostilidad y desintegración. De cualquier modo estos precedentes van formando el llamado círculo virtuoso o círculo vicioso de la promesa organizacional.

Tenemos además el caso del jefe que llega nuevo a una empresa, área o departamento cuyos antecedentes en cuanto al cumplimiento de promesas es negativo, entonces, más vale que el nuevo jefe: o no haga promesas o si las llega a hacer que las cumpla pues la gente estará muy sensible al respecto y estará recelosa de cualquier petición que ofrezca una recompensa, el jefe tendrá que ganarse la confianza de su nuevo equipo de trabajo y no le será nada fácil. Si tenemos en cambio un departamento qué está acostumbrado a un jefe que siempre cumplía las promesas y ofrecimientos y es confiada y entusiasta, también, más vale que el nuevo jefe continúe cumpliendo, de lo contrario se ganará a pulso la pérdida de autoridad, respeto y recelo de sus colaboradores.

Algunos jefes o directivos piensan que no importa que no se cumplan las promesas mientras la gente haga lo que uno quiere, pero (hablando cínicamente) eso estaría bien si se tratará de algo temporal, como un carpintero que va a instalar un librero y ya nunca lo veré y nunca lo volveré a necesitar, se puede ir a llorar la frustración de la decepción a algún lado. Pero tratándose de empleados que están en nómina, que trabajarán conmigo por tiempo indefinido, esto es como ahorcarse solo, como decíamos al principio a la gente se le puede engañar una vez, quizá dos pero no por siempre. Conseguir el esfuerzo extra, la aportación generosa, la iniciativa entusiasta y la entrega comprometida tiene un valor incalculable hablando de empleados, pues es este el valor agregado más grande que las personas le dan a la empresa, sin las personas la empresa solo es un conjunto de edificios, maquinas y equipos huecos e improductivos. Las personas son el recurso más importante de cualquier organización.