LA PRUDENCIA: Una virtud necesaria
Por Dra. Susana Buen-Abad
Director de Desarrollo Humano Consultores
Iniciemos definiendo la prudencia como la calidad de la persona que obra con moderación y sensatez para evitar aquello que le puede causar perjuicio. Y aunque esta es una definición oficial de diccionario, yo agregaría que hay que evitar que nuestros actos causen perjuicio en general, es decir, a mí y a otros.
La prudencia es considerada por la teología como una virtud cardinal, junto con la fortaleza, la templanza y la justicia. Pero qué más se puede decir de la prudencia, ya la definimos como el obrar con moderación y sensatez, esto significa que debemos de ser cautelosos respecto a nuestros actos, necesitamos cuidar lo que hacemos y lo que decimos, ya que también podemos ser imprudentes al hablar de acuerdo a nuestra definición.
Hace ya varios años, en un programa de postgrado, discutíamos un caso de relaciones humanas, en él se analizó como se deterioraron las relaciones humanas por no aclarar asuntos cuando se debía, por no callar cuando era necesario, por mentir, ocultar, omitir, etc. es decir, por imprudencias. Al final de la sesión plenaria, pregunté a nuestro maestro porqué no decir siempre la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad y así se resolvería todo mejor y nos quitábamos de problemas, pero me recordó a uno de los personajes del caso que estudiamos el cual actuó de esta manera y también se metió en problemas y ocasionó daño a otros por ello. Entonces, le dije, ¿Cómo saber si debemos decir la verdad y cuándo decirla? Mi maestro solo me respondió: “Por eso, la Prudencia es una virtud”.
Ser prudente es saber si actuar o no, cómo y cuándo, evidentemente esto parece ser todo un laberinto y la prudencia pareciera una virtud difícil de poseer, pero no es así, pues he descubierto que la clave está en seguir el sabio consejo de mi padre : “primero piensa y luego habla, primero piensa y luego actúa”, realmente el seguir este consejo me ha librado de gran cantidad de conflictos y se ha convertido para mí en una regla que la mayoría de las veces cumplo fielmente, aunque debo reconocer que algunas veces por olvidarlo causo daño a otros o a mí misma, por no pensar antes de actuar o hablar.
Pero analicemos, qué es eso de pensar, qué significa, pensar quiere decir hacer una evaluación rápida de las circunstancias, poder predecir qué pasa si ahora digo tal o cuál cosa y qué pasa si me espero para otro momento, debe de quedar claro que esto no es una invitación a mentir o a ocultar información, por el contrario, lo que hay que decir debe decirse o lo que hay que hacer, debe hacerse, pero es necesario que pensemos en cuándo es el mejor momento para hacerlo. Volvamos a la prudencia como una virtud cardinal, lo que implica que la prudencia está relacionada y se apoya en las demás virtudes cardinales y vamos a analizar esto. Primero, qué relación puede tener la Justicia y la Prudencia. La justicia es darle a cada quién lo que le corresponde, entonces, digamos por ejemplo que tuvimos acceso accidental a una información, ahora tenemos que pensar (antes de actuar) si esa información debemos o no dársela a conocer a la persona “X”.
Ahora, si consideramos que esa persona tiene derecho (por justicia) a conocer la información, entonces, debemos decirla, solo habría que saber cuándo es el momento oportuno para hacerlo. Si la información que voy a darle es de tal naturaleza que va alterar a la persona “X” debo cuidar especialmente el cuándo decirla.
Con respecto a la justicia, analicemos otro ejemplo, digamos que tengo dos hijos, a mi hijo mayor le ofrecí comprarle un juguete si sacaba buenas calificaciones y como lo hizo, se lo compré, pero de pronto mi hijo menor que escuchó el trato me pide también un juguete por salir bien en la escuela, ¿qué hago?, él saca siempre buenas calificaciones, el mayor es el que necesitaba motivación pues suele flojear bastante, además, yo no hice el trato con el menor. Aquí lo prudente es ser justo y si hay un premio al esfuerzo para uno, lo correcto es darle éste al hijo menor que también lo ganó aunque no haya habido un trato directo con él.
Veamos qué relación tiene la Prudencia con la Templanza. La templanza es sobriedad, es la moderación de los apetitos y pasiones y aunque pareciera que no tienen relación, si la hay, digamos por ejemplo que estoy enfermo y que hay una serie de alimentos que no debo consumir pues agravarían mi situación (recordemos que la prudencia es en el decir pero también en el actuar), en ese caso lo prudente sería moderar mis apetitos y no consumir dichos alimentos (templanza).
La Prudencia y la Fortaleza también tienen relación, porque a veces se necesita ser fuerte para detenerse a revelar información si sabemos que no es el mejor momento o como cuando necesitamos esa fortaleza para pedir una disculpa porque es prudente hacerlo o por ejemplo si a pesar de sentirme lastimado o herido saco fortaleza para no actuar de acuerdo a mis impulsos siendo imprudente al insultar o lastimar a alguien.
Como podemos observar, la prudencia si tiene relación con la templanza, la justicia y la fortaleza, por algo son virtudes cardinales, no puede existir una sin necesidad de la otra, todas deben darse juntas para poder poseerlas. Busquemos ser prudentes previniendo los daños que podamos ocasionar a otros y recuerde que esto se aplica también en otras áreas, como al conducir un automóvil, al trabajar en una oficina o el taller o la fabrica, la prudencia es una virtud a la que debemos aspirar todos ya que el no tenerla nos puede provocar a nosotros mismos y a los demás serias consecuencias. Si habláramos de manejar un auto la imprudencia puede matar a alguien inocente. Si habláramos de secretos recién descubiertos e imprudentemente manejados podemos ocasionar una ruptura permanente en una relación, sea que se trate de padre e hijo o de esposo y esposa.
Seamos prudentes con lo que hacemos, seamos prudentes con lo que decimos, seamos prudentes con nuestra vida y nuestros actos para que estos solo sirvan para ayudar, para apoyar, para servir, para honrar, para perdonar, para vivir una vida de honor y de paz, de armonía y de libertad. Libertad para ser prudentes y sensatos a pesar de las circunstancias a pesar de que esto me exija tener fortaleza, templanza o justicia, o quizá las cuatro virtudes cardinales. Mantengamos el equilibrio en nuestra vida siendo prudentes para vivir, amar y gozar, el camino no es fácil, pero nadie dijo que lo fuera, nadie dijo que ser prudente y hombre de gran virtud sería cosa fácil, pero eso sí, es deseable, es real, es alcanzable y posible, aunque requiere como todo, de práctica, pero usted puede lograrlo, practique ser prudente, no se arrepentirá. ¡Buena Suerte!