LA AGRESIVIDAD: Un mal de nuestro tiempo
Por Dra. Susana Buen-Abad
Director de Desarrollo Humano Consultores
La agresividad es una característica fundamental de todo ser humano que se expresa como la voluntad de afirmarse y poner a prueba nuestra capacidad para hacer frente a fuerzas externas. La agresividad en su esencia más pura, se asocia con el impulso de auto-conservación, el impulso sexual y con el impulso de amor maternal, siendo estos los disparadores por excelencia. El instinto agresivo va acompañado de sentimientos de ira generalmente y esto provoca una serie de cambios bioquímicos y fisiológicos que afectan, el sistema nervioso, las glándulas adrenales, se libera glicógeno del hígado que se transforma en glucosa y se emplea como fuente de energía, aumenta la capacidad de coagulación de la sangre, se tiene una rápida eliminación de la fatiga, la sangre corre del sistema digestivo hasta los músculos para prepararnos para la acción, etc. y todo esto ocurre sin que podamos ser conscientes de ello, es la reacción automática a la agresividad que se ha despertado.
Pero vamos a analizar qué es lo que hay detrás de la agresividad, si bien es cierto que existen disparadores por excelencia los cuales ya hemos mencionado, no son en estas únicas ocasiones en las que las personas se vuelven agresivas. Evidentemente los disparadores pueden ser muchos y muy variados y lo que puede ser un disparador para una persona no lo es para otra, entonces, qué es lo que esta atrás de la agresividad, cómo es que a todos nos afecta diferente en intensidad y en frecuencia. Es posible que algunas personas se sorprendan al conocer esto, pero en el fondo de toda conducta agresiva esta el miedo y entre más sea la agresividad, más es el miedo, entre más inseguros podamos sentirnos es más fácil que situaciones de la vida diaria puedan ocasionarnos miedo. Es miedo a no ser aceptados, a no ser queridos, a ser rechazados, a no ser lo suficientemente buenos, miedo a estar solos, miedo a que me lastimen, miedo a ser vulnerable, miedo a perder algo, la estimación de los demás, el respeto, el cariño, miedo a perder mi honor, incluso el miedo a que las cosas no salgan como yo quiero o como yo lo necesito (intolerancia a la frustración), etc.
El miedo es la fuente de toda conducta agresiva, sin embargo, no todos las personas que sienten miedo lo expresan o reaccionan con agresividad directamente, de hecho hay cuatro formas de conducta que reflejan miedo, cuatro formas en que el ser humano reacciona ante el miedo. Pero antes de entrar en detalles sobre las cuatro formas de canalizar el miedo debemos de recalcar que este proceso ocurre de forma inconsciente, es decir, las personas no nos damos cuenta de que estamos atrapados en la trampa del miedo.
La primera forma de manejar el miedo es dándonos por vencidos, es como si supiéramos que no podemos enfrentarnos a la persona o situación que nos causa el miedo y antes de luchar, nuestra mejor opción es “darnos por muertos” , es actuar cómo victima de las circunstancias e intentar inspirar lástima en los demás como una forma de detener la agresión, incluso podemos manipular al otro de modo que se sienta culpable del daño que me hace y de ese modo interrumpir la agresión y calmar el miedo, pero esta conducta, es en realidad una agresión pasiva, si logro que el otro se sienta mal por lo que me hace o lo que me hizo, el objetivo esta alcanzado, vencí a mi agresor.
La segunda forma de afrontar al miedo es con “la ley del hielo”, la indiferencia, es actuar como si de verdad nada de lo que haga o diga el otro me afecta o me incomoda, es quitarle poder sobre mí, pues si el agresor siente que no hay nada que pueda hacer contra mi para dañarme dejará de intentar lastimarme. Esta conducta también es una forma pasiva de agresión, pues niego toda posibilidad de resolver el conflicto y es hacer sentir al otro como poca cosa y sin el menor poder y al lograr esto, lo he vencido.
La tercera de las formas es a través de la crítica, pues cada vez que el agresor me diga algo yo tengo preparado para él un sin fin de posibles respuestas que lo harán retroceder, las personas que utilizan este medio para afrontar el miedo suelen tener una gran habilidad para pensar con rapidez, de modo que a cada cuestionamiento del agresor, tengo algo para confrontarlo con “la verdad” siempre para demostrar que está equivocado y que él está mal o al menos peor que yo, de manera que el agresor no tiene muchas posibilidades de vencerme, este es un tipo de agresión también y no es pasiva, pues la crítica es una agresión directa si no violenta, si lastimosa que incluso podría llegar a ser cruel.
La cuarta forma de enfrentar el miedo es a través de la intimidación, es la manera más agresiva de reaccionar al miedo, busco hacer uso de toda mi capacidad de amedrentar al otro, confrontándolo y defendiendo mi territorio, eso incluye insultos, gritos, humillar, quizá romper cosas, golpear algo, etc. Bajo este esquema, es común que no se requiera de un acto agresivo del otro, basta con que mi miedo llegue al punto exacto de intolerancia para que sea yo quien inicie la agresión directa, hiriendo y destruyendo al objeto que me causa miedo ya que es la única manera de manejarlo. A decir verdad, entre más agresiva sea una persona es más grande su miedo y esto se aplica también para aquellos que están en prisión por delitos relacionados con violencia. Parece increíble que en el fondo su corazón es tan débil y asustadizo cómo el de un conejillo del campo, pero no saben como trabajar el miedo.
Si cada uno de nosotros se analiza a conciencia y con honestidad, podrá identificar su estilo peculiar de lidiar con el miedo y una vez que esto se ha hecho consciente, ya tenemos más oportunidad de hacer algo al respecto. Podemos analizar de que manera este estilo de manejar el miedo es un patrón aprendido en casa, cómo papá y mamá manejaban su miedo, pues estos patrones se aprenden y los seguimos tal cual. Del mismo modo como algunas rutinas y costumbres en casa las seguimos pues nos parecen buenas y eliminamos otras que no nos gustaron o nos parecían malas, necesitamos eliminar este tipo de patrones que son perjudiciales para nosotros pues la agresión sin importar la forma que se adapte no es una buena forma de afrontar nuestro miedo. La mejor manera de eliminar estos patrones es hacerlos conscientes y no solo ahora que está leyendo al respecto sino cada vez que estos entran en acción de manera automática. La agresión, no resuelve ningún problema, ni mejora ninguna relación, al contrario deteriora todo, busquemos otros caminos para resolver las cosas, la comunicación es el mejor medio para solucionar las diferencias y establecer nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.
Recuerde, la agresividad no funciona y solo agrava las cosas para todos, vivimos en un mundo en el que parece que todos vivimos con mucho miedo de los demás, del futuro y hasta de nosotros mismos, hoy más que nunca la vemos en cada esquina y la vivimos hasta en casa, pero debemos romper con ella, debemos dejar de transmitir este patrón a nuestros hijos y comenzar a emplear otros medios para relacionarnos, la mayoría de los miedos son infundados y solo son el producto de nuestra imaginación, los demás no pueden quitarme o darme valor, yo valgo como persona independientemente de la opinión de los otros, así que no hay nada a que temer, no hay contra quién luchar, no existe el enemigo, es un fantasma que hay que sacudirse. Dejemos la agresividad a un lado, dejemos de tener miedo, piense por un momento que todos, absolutamente todos los seres humanos sienten miedo, incluso aquellos a los que usted les tiene miedo. La agresividad es un mal de nuestro tiempo pues al volcar nuestra vida hacia fuera hacia lo material, nos olvidamos de nosotros, de aceptarnos, amarnos y perdonarnos a nosotros mismos, cuánto daño hemos hecho a otros por miedo, no permita que otros le hagan dudar de cuánto vale, no se permita a sí mismo afrontar el miedo con alguna forma de agresión, rompa con esos patrones y no los transmita a sus hijos, este mundo es ya suficientemente agresivo. ¡Buena Suerte!.