AMENAZAR, LO MÁS FÁCIL...

Por Dra. Susana Buen-Abad
Director de Desarrollo Humano Consultores

11Amenazar, es informar del peligro que corre alguna persona de sufrir algún perjuicio de no hacer lo que se le indica. La diferencia con una advertencia es que en esta última, el mal no es a cambio de incumplir con lo que se me pide, simplemente, es la posible consecuencia de algo. Para aclarar el punto pondremos un ejemplo. Yo puedo advertirle a alguien que si continúa comiendo de ese modo y llevando una vida sedentaria podría correr el riesgo de tener en el futuro problemas de salud. Aquí es la propia persona la que se está poniendo en peligro y es ella misma la que decidirá qué hacer, yo solo le advierto, no le pido que haga nada ni está en mí provocar o evitar que dicho mal suceda.

En cambio cuando yo amenazo a alguien, sí le pido que actúe o haga determinada cosa o sino, yo le haré algún mal, ejemplo, si no te comes la sopa, no te llevo de paseo ni te compro el juguete que quieres. Aquí si hay una exigencia de que alguien haga algo o si no tendrá un castigo por su desobediencia, es una amenaza directa. Desafortunadamente es muy común hoy en día ver este tipo de casos por todos lados, los jefes amenazan a sus empleados, los papás a sus hijos, los maestros a sus alumnos, etc. Parece que es más cómodo amenazar que invertir el tiempo vendiendo la idea a alguien.

Por supuesto que hace falta paciencia, prudencia y tiempo, pero a la larga se obtienen mejores resultados, la gente no queda resentida y estará más dispuesta a cooperar en futuras situaciones en que sea necesario hacer algún esfuerzo. La razón de que sea tan frecuente amenazar es que es más fácil, pues yo ostento el poder sobre el otro de alguna manera y ese poder me hace ser prepotente y orgulloso y no me permite considerar que la otra persona puede entender los motivos para hacer algo si me tomo el tiempo de exponérselos. La tendencia del uso frecuente de este poder genera como dijimos resentimiento y tarde o temprano las cosas se nos pueden revertir de manera que por ejemplo sean los alumnos o empleados los que amenacen con huelgas, los hijos que amenacen con irse de la casa, etc. Este método no funciona, sí es rápido, sí es barato, sí es fácil, pero a largo plazo es más costoso y puede acarrear más mal que bien en la organización, sea que se trate de una familia, una empresa o una institución educativa.

Y tenemos que comentar también de la gente que disfruta haciendo uso del poder solo porque sí y que pide cosas que no son justas y abusa de los menos agraciados, explotándolos y forzándolos a veces más allá de lo que sus fuerzas les permiten. La verdadera grandeza del hombre radica en que pudiendo hacer uso de la fuerza y amenaza, invita, motiva, premia, incentiva, estimula, vende la idea, entusiasma, etc, a los demás para que hagan un esfuerzo extra o para que cumplan con el cometido a tiempo. El uso de la fuerza y la amenaza debe dejarse solo para cuando ya se intentaron todos los otros medios posibles con verdadero ahínco y estos han fracasado, cuando además la causa es justa y razonable y cuando es imprescindible.

Habrá veces en que por ejemplo un hijo no quiera tomarse la medicina y que a pesar de todos los esfuerzos y por su bien habrá que dársela aunque sea a fuerza o bajo amenaza, pero recalcando que solo después de que hemos intentado todo método posible para convencerlo. Hay otros casos en que las cosas a la fuerza no proceden porque se trata de actos que deben ser libres de toda presión, tal es el caso de intentar forzar a alguien a que me ame, aun y cuando haya intentado todo, la amenaza no procede, pues el valor del amor pierde toda su grandeza cuando se exige y se presiona, lo mismo ocurre con el respeto, la amistad, la lealtad, etc.

Hay cosas que no se pueden ni deben exigir, que se deben de ganar y además de los ejemplos que mencionamos antes, tenemos a la admiración, la solidaridad, etc. la mayoría de estos valores se ganan dando, es decir, el respeto lo gano respetando, la solidaridad siendo solidario, la lealtad siendo leal, la amistad siendo amigo y así. Claro que puedo no obtener reciprocidad, pero esa no será falla mía, se trata de gente que no aprecia lo que le doy o que esta tan carente que le es imposible dar, pero precisamente ellos son los que necesitan más de recibir lo que nosotros les demos.

Cierto día una pequeña niña jugaba sola en su recamara a las muñecas, cuando su madre se acerco a ver lo que hacía, la niña no se percató de su presencia y la madre no se hizo visible, la niña le decía a una de sus muñecas en tono regañón y a gritos : “Si no te comes la sopa, te pego, ¿Me oíste?” , la madre captó en ese momento que aquello era el resultado de la forma como ella misma trataba a la niña, de mala manera, a gritos y con amenazas, se lamentó por ello y pensaba en cómo actuar entonces si no sabía de qué otra manera hacer que su hija comiera. Instantes después la niña vuelve a hablar diciendo: “No, no es cierto, no llores hijita, mejor, si te comes la sopa te doy un premio, ¿De acuerdo?”.

La madre se quedo un momento en silencio, había recibido una lección de su propia hija de 5 años, la hija resultó más considerada y sabía que el premio era una mejor forma de hacer que se comiera la sopa su muñeca, la niña inconscientemente proyectaba la forma como a ella le gustaría ser tratada por su madre, luego de esta experiencia de aprendizaje dolorosa para la madre, ella cambio su forma de tratarla y se dedicó a premiar y reconocer lo bien hecho y olvidarse de las amenazas, no fue fácil pues la tendencia siempre era el acabar pronto y usar el poder y la autoridad que tenía, pero poco apoco, cambio su estilo y logró que su relación mejorara, su hija fue más cooperativa y se llevaron mejor, la madre se dio cuenta que a la larga esta nueva forma de educar a su hija era en realidad la mejor, la más fácil y la más duradera.

Aprendamos que la amenaza, genera miedo, impotencia, inseguridad, culpa, ira, resentimiento, mala disposición, baja cooperación, tensiona las relaciones y se paga un precio alto en el largo plazo, no hagamos uso de la fuerza física, del poder que tenemos, de la autoridad que se nos confiere ya sea formal o informal para obligar a otros a actuar, mejor actuemos con inteligencia, con astucia, con paciencia y asegurémonos de vender la idea, motivar, premiar, hacernos comprender y exponer la necesidad de lo que se debe hacer, a nadie de nosotros nos gustaría sentirnos amenazados y presionados para trabajar, no hagamos a otros lo que sabemos no es agradable y que además no funciona. ¡Buena Suerte!.